Project Description

Actuación sobre las salas Teófilo Hernando, Severo Ochoa y su antesala común

Madrid (2023)

Las aulas Teófilo Hernando y Severo Ochoa se ubican en el ángulo que forma el edificio del antiguo Colegio de Cirugía San Carlos, entre las calles Santa Isabel y del Niño Perdido. Estas salas forman una L entre sí y un rectángulo con la antesala común desde la que se accede a ambas, completando el volumen de la crujía hacia el interior del edificio. El estado previo de estos espacios era la consecuencia de la reforma de los años 90: una larga rampa ocupaba gran parte del vestíbulo, los techos aparecían bajos y con falsas vigas por la distribución de conductos de climatización, deteriorados y obsoletos; y los paramentos interiores de las aulas presentaban revestimientos decorativos de madera chapada, que generaban desorden espacial y acústico.

Al igual que en la fotografía de 1910, dónde el doctor Pittaluga realiza la disección de un cuerpo en las dependencias de este mismo Colegio, ante los entonces estudiantes Teófilo Hernando o Gregorio Marañón; el equipo de arquitectura del IEI ha llevado a cabo una autopsia de los espacios existentes. Al hacerlo, afloró la tipología original de pórticos de madera que dividen este ala del edificio en dos partes, cuyo ritmo trasversal, coincide con los huecos de las ventanas en las fachadas. Por otro lado, aparecieron refuerzos en los forjados resueltos con vigas metálicas, realizados en los años 90.

Una vez revelada la tipología hospitalaria del espacio original, así como identificadas las alteraciones derivadas de las sucesivas intervenciones; se construye el plan para la recuperación del concepto arquitectónico original y la adecuación del ámbito interior:

  • Por un lado, se eliminaron todos los impactos negativos que impedían vislumbrar la anatomía real del espacio, para realizar a continuación una cuidada integración de los equipos técnicos; que incluyen la renovación de los sistemas de climatización, la incorporación de renovación de aire y la recuperación y control de la iluminación natural y su equilibrio con los sistemas de iluminación artificial. La integración de todos los sistemas técnicos se resolvió siguiendo una disposición estratégica encajada entre la estructura de vigas de refuerzo y los vanos del pórtico estructural original, a la manera en la que se dispone el mecanismo de los engranajes en la caja de un reloj.
  • Por otro lado, se recuperó el concepto de trasversalidad original de vistas cruzadas, especialmente entre los huecos de la fachada este, hacia el callejón del Niño Perdido, y las ventanas del muro hacia el patio interior, a través de la percepción de permeabilidad del muro central. En este sentido, para recuperar la sensación de permeabilidad se dispusieron juntas verticales marcando el ritmo estructural del pórtico de madera; así como grandes planos de vidrio que desmaterializan el paramento mediante el reflejo y la trasparencia.
  • Junto a la recuperación de la trasversalidad, se restauró la unidad espacial del conjunto de salas con un nuevo elemento de accesibilidad, no invasivo, que canaliza el flujo desde la antesala. Así, se consigue liberar un amplio ámbito para usos múltiples, abierto y luminoso, con la proporción arquitectónica del espacio histórico.
  • Por último, se recuperó la proporción real de los espacios con la reconfiguración de los falsos techos, tras el redimensionado y la integración de los sistemas técnicos. La geometría de los techos combina una superficie continua horizontal, con planos que se pliegan entre los vanos del muro, favoreciendo la acústica. Esta división modular del techo, refuerza la el ritmo original de vano y muro, tanto en las fachadas exteriores como en el pórtico; actuando como un elemento trasversal y unificador de los volúmenes espaciales.

De esta forma se consigue revitalizar unos espacios que habían quedado funcionalmente obsoletos, mediante actuaciones que recuperan y evocan la dignidad hospitalaria y científica del edificio original. Así, los nuevos ambientes logrados quedan en consonancia con los valores de rigor científico, eficiencia y salubridad que reconocemos en las figuras a las que rinden homenaje: el eminente investigador en Farmacología Teófilo Hernando y el galardonado científico, clave para el desciframiento del código genético, Severo Ochoa.